martes, 25 de octubre de 2011

Finalizó histórico caso de la discoteca de Cromañón


El empresario encargado del lugar, donde murieron 194 personas, fue condenado en Argentina a 20 años de prisión.

La justicia argentina condenó este miércoles a 20 años de prisión al empresario Omar Chabán, encargado del club nocturno República Cromagnon, donde un voraz incendio en el 2004 provocó la muerte de 194 personas, en una de las mayores tragedias en la historia del país.
El tribunal que juzgó el caso absolvió a los miembros de la banda de rock Callejeros, que tocaba en Cromagnon en la noche del incendio, lo que desató corridas y disturbios dentro y fuera de la corte y también la indignación de familiares de víctimas causadas por el siniestro.
“Estoy defraudado con el fallo. Es un fallo muy polémico que dejó afuera a casi todos los responsables, incluyendo al comisario y a los músicos” dijo a Reuters Diego Rozengardt, quien perdió a su hermano en el incendio. Pero “es importante la condena sobre (Omar) Chabán”, el encargado de Cromagnon, agregó.
Familiares de las víctimas, indignados por la absolución a Callejeros, prometieron que harán justicia por mano propia para vengar la muerte de sus seres queridos. Uno de los querellantes indicó que el fallo sería apelado. El incendio, que se produjo el 30 de diciembre del 2004 durante un recital luego de que fuegos artificiales y bengalas lanzados por el público encendieron parte del techo del local, hizo que jóvenes seguidores de la banda murieran por asfixia.
El caso se convirtió en un emblema de la corrupción y la desidia del país, ya que el local no contaba con las medidas de seguridad adecuadas. El escaso o directamente nulo cumplimiento de normas de seguridad e inspecciones viciadas desencadenaron un proceso de destitución contra el entonces alcalde de Buenos Aires, Aníbal Ibarra, que debió dejar su cargo en el 2006. El Tribunal Oral 24 también condenó a la cárcel a funcionarios públicos por cohecho y a colaboradores de Chabán. El encargado de Cromagnon fue sentenciado por “incendio doloso calificado (...) en concurso real con el delito de cohecho activo”.
El veredicto fue leído detrás de un vidrio blindado. Pese a las condenas, los acusados seguirán en libertad hasta que la sentencia sea confirmada por un tribunal superior. Familiares de las víctimas pasaron la noche a la puerta del tribunal, en una vigilia en la que pidieron fuertes condenas para los imputados, aunque muchos seguidores de Callejeros, a cuyos miembros se acusó de haber incentivado el uso de fuegos artificiales, defendieron a la banda.   “A los pibes (muchachos) los mató la corrupción”, cantaban antes del fallo los fanáticos del conjunto apostados frente a la sede del tribunal. Otros simpatizantes de Callejeros que habían logrado ingresar a la sala festejaron a viva voz la absolución del grupo ante enardecidos familiares de las víctimas.
“Esto fue una provocación”, dijo la madre de uno de los jóvenes muertos en Cromagnon. Debido a que el juicio generó fuertes controversias y algunos actos de violencia en los últimos años, los asistentes a la sala de audiencias debieron superar un detector de metales y fueron palpados de armas para la lectura del fallo. Pero el operativo de seguridad no pudo evitar los golpes y las corridas en las calles linderas del palacio de justicia. Luego de darse a conocer la sentencia, decenas de jóvenes arrojaron proyectiles contra la policía.

Tragedia en el boliche de Cromañón

¿Cómo fue la cobertura hospitalaria?
Desde el punto de vista del recuso humano ha sido excelente. Queda demostrado una vez más, el alcance de la capacidad operativa del sistema y, además, la riqueza del recuso humano de nuestros hospitales. Tanto la calidad técnica, médica y humana de los profesionales, porque hubo infinidad de médicos que se acercaron a colaborar sin estar ese día en el hospital o de guardia.
Nosotros no vamos a hablar de cuestiones puntualmente referidas a insumos o tecnologías, ya que todo el mundo conoce -a través de nuestra posición gremial-, las dificultades que tienen hoy los hospitales públicos, respecto a nombramientos, actualización de tecnología y, más de una vez, a la presencia de un insumo en su momento justo, que es el momento que lo requiere el paciente.
No vamos a hablar sobre ninguno de estos aspectos en relación al caso del boliche República Cromañón, dado que lo venimos diciendo siempre. Pero quiero dejar en claro una cosa que es fundamental: este hospital público es el hospital que defendimos durante todo el año 2004 y siempre lo hemos hecho. 

¿En qué sentido?
En el sentido de la defensa del paciente, usando la palabra paciente y no cliente, con todo lo que connota cada uno de los términos. En el sentido de la defensa del director médico, del jefe de servicio, del médico, de la formación científica, profesional y médica que tienen los hospitales, y no de la formación del gerenciamiento, como plantean algunos.
Esos mismos que hablan de costo y beneficio, desde un punto de vista economicista, son los que hoy se llenan la boca elogiando a este modelo de hospital público, que el único beneficio que tiene que otorgar, es el de la salud de los pacientes.
Una vez más, tenemos el pleno convencimiento de la defensa no sólo de las condiciones laborales del médico, sino del modelo de hospital que queremos. 

¿Cuál es ese modelo?
Si bien es un modelo de hospital que tiene falencias, que hay que mejorarlo, administrativamente se lo debe mejorar, estamos convencidos -y esto lo queremos recalcar-, que si no fuere este el funcionamiento del hospital, y fuera aquel del gerenciamiento, propuesto por la Secretaría de Salud del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que planteaba que el hospital público debía estar atento a las oportunidades del mercado, no se hubiera llevado adelante la difícil tarea de contener a los pacientes y a los familiares de las víctimas, actuando con rapidez para salvar cientos de vidas humanas en la mayor catástrofe que soportó la ciudad de Buenos Aires.
Por ejemplo, cuando la Secretaría de Salud planteó los concursos a directores de hospital, y nosotros luchamos por modificar esos decretos, estábamos convencidos que debían cambiarse y se volvió a nuestra carrera. Lo que se discutía ahí no era si se llamaba a un concurso, lo que se discutía eran dos modelos de hospital público. Este, que todo el mundo elogia, hasta el actual Secretario de Salud que pretendió cambiarlo, este es el modelo que defendemos frente al modelo del gerenciamiento. El hospital que actuó en las catástrofes de LAPA, de la AMIA y de la Embajada de Israel, entre otras, es el que está trabajando por el caso Cromañón, es el hospital que defendemos, que es el único capaz de responder sin pedir otra cosa que simplemente, reforzar su recurso humano y contar con los elementos para seguir brindando una atención de la salud como es capaz de brindar. 

¿El sistema hospitalario necesitó apoyo de algún tipo?
El sistema funcionó a pleno y el apoyo que se pidió fue en derivaciones, que algunas eran solicitadas por los mismos pacientes y otras se hacían desde el sistema, en algunos puntos que se nos hacían cuellos de botella.
Otro pedido que realizamos desde la AMM, ese mismo día, fue que esa noche la del 31 de diciembre, hubiera moderación en los festejos. Por qué. Porque si bien la moderación iba a suceder, dado que había un gran dolor en cada uno de nosotros, lo pedíamos porque algunos hospitales tenían cuellos de botella. Por ejemplo, el Hospital de Quemados, tenía la sala de terapia intensiva a full y los respiradores todos ocupados, tal es así que hubo que derivar, por déficit de respiradores en ese momento, a otros hospitales. Esto es normal, en la red tiene que suceder esto, lo que no podía tolerar el sistema era que lleguen más heridos o quemados graves. Por este motivo, salimos a pedirle, a rogarle a la población mesura, para que no haya dificultades en la atención en aquellos lugares que aparecían abarrotados, como podían ser las salas de terapia intensiva.
La población fue muy solidaria, las Organizaciones No Gubernamentales también, dado que se plegaron a este pedido de prudencia. En definitiva, la noche del 31 de diciembre se atendieron en el Hospital de Quemados sólo 5 heridos, cuando en navidad se habían atendido 56.
Hubo un aporte solidario, realmente importante para entender muy bien lo que estaba pasando. Cuando estábamos el 31 en los hospitales, la gente se acercaba a prestar su colaboración, como también tengo que decir que hubo una gran contención social hacia los pacientes y los familiares de las víctimas, incluso de personas que se venían a ofrecer sin estar vinculadas directamente al hecho, sólo por solidaridad. 

¿Se imagina qué hubiera sucedido si la cobertura se hubiera realizado con un modelo de hospital gerenciado?
Un modelo que habla de gerenciar los hospitales, que no le preocupa que los hospitales tengan un nivel prioritariamente científico y médico, que llama clientes a los pacientes, me preocupa y mucho. No sólo tengo dudas, estoy absolutamente seguro, que ese modelo que piensa en el costo - beneficio económico de la salud, no puede responde ante una catástrofe como la ocurrida en Cromañón. No puede responder jamás ante un modelo solidario, equitativo, de libre accesibilidad y oportunidad del acceso, como es el que defendemos y que funciona actualmente. Un modelo basado en el gerenciamiento, no tiene en cuenta las anteriores características; jamás podría funcionar con la entrega y la solidaridad con que se trabajó. 

¿Cuál es la evaluación que hacen de la cobertura?
La evaluación general es muy buena, dado que la atención así lo fue. Quedan muy pocos internados que evolucionan favorablemente.
El sistema médico respondió muy bien, el SAME lo hizo de igual forma, la contención psíquica de los pacientes en los hospitales públicos fue muy buena. Por estos motivos, nos sentimos orgullosos de representar y de ser Médicos Municipales. Hoy, después de la tragedia de Cromañón, compartimos el dolor inmenso de los familiares de las víctimas y sentimos un profundo orgullo y respeto por representar a estos médicos. 

¿Qué puntos considera que se podrían mejorar?
No podemos seguir luchando para que se realice un concurso y que a ese profesional se lo nombre al año. Hay puntos flojos dentro del sistema respecto al recuso humano. Los insumos tienen que estar en tiempo y forma, la tecnología hay que actualizarla y hay que darle dinámica al sistema en red. Las redes hospitalarias funcionaron, pero actuó mucho el compañerismo, el contacto con conocidos, la mano solidaria, etc. La red del sistema debe estar más aceitada. También los hospitales tienen que tener mejores condiciones laborales para los médicos y los profesionales de la salud, es decir, se deben cumplir los reclamos que venimos haciendo desde hace mucho tiempo y hoy queda demostrado que son justos y reales. 

¿La falta de controles en lugares públicos afecta directa o indirectamente al sistema de salud?
La muerte siempre duele, la muerte joven duele el doble y la muerte joven que pudo haber sido evitada duele tres veces. Ha llegado el momento de que tomemos conciencia de cuánto de esto está afectando al sistema de salud, que es parte de la sociedad, y hoy estamos hablando de la mayor catástrofe de Argentina. Por lo tanto, tenemos que ir hasta el fondo de esta cuestión, quienes tengan responsabilidades que se hagan cargo de la misma y de aquí en más entender que así, la sociedad está enferma y debemos mejorarla y superarnos. Son 192 vidas perdidas y cada una de ellas tiene una connotación muy fuerte. Cromañón nos duele y este dolor nos tiene que enseñar. 

¿Qué opina del caso Cromañón?
Como argentino me cuesta entender que hayamos llegado a este día. Acá hay responsabilidades de todo tipo y se debe ir hasta el fondo de la cuestión. La única forma para entender que tenemos un futuro mejor, sin quitarnos este dolor inmenso, es que se establezcan cuales han sido las responsabilidades de cada uno.
Este caso tiene que ser un punto de inflexión, debe ser un antes y un después. El caso de Cromañón es la manifestación de distintas desidias. Pensemos hacia delante, apoyándonos en el dolor de lo que ha quedado, si volvemos a repetir otro Cromañón, es que como sociedad hemos fracasado. 

Cromañón, Folclore y Rock and Roll

Quienes no estamos familiarizados con la normativa penal, respecto de juicios y condenas no podemos sino pronunciarnos, en el mejor de los casos, desde una muy sesgada racionalidad, cuando no desde la emotividad más inocultable. No obstante, son muchas las voces elocuentemente desautorizadas que, en especial desde el medio televisivo y a propósito del ‘caso Cromañón’, por estas horas ponderan cuán atinada o desatinada resulta tal condena a determinado imputado, qué tan justa o injusta se presenta tal absolución.

En este sentido, esta nota no se inscribe dentro de la hoy muy extendida modalidad de juzgar el juicio. Más bien intenta repensar la indiscutible afirmación de que es, ante todo, el Estado quien debe proteger a los ciudadanos. Desde luego, difícil es no suscribir a tan republicano precepto. Sin embargo, quien haya tenido el hábito siquiera intermitente de concurrir a recitales en esta región del mundo, bien puede permitirse cuestionar el efectivo alcance de esa premisa.

Porque en un local nocturno de la Argentina en el que toca en vivo una banda de rock, si ya hubo un empresario que infringió la ley, y ya hubo inspectores y policías que aceptaron sobornos, y ya hubo en consecuencia un mal desempeño institucional, y son las cuatro de la mañana y yo estoy ahí adentro, integrando un público exaltado y excedido en número y toxinas, el Estado ya no está para cuidarme. ¿No supo, no pudo, no quiso? Como sea: no está.

Me consta que a muchos concurrentes a recitales desde fines de los 80 y durante los 90 los habita la sensación de que una tragedia de estas características bien pudo haber ocurrido antes, en otros conciertos. Pero, ¿por qué no ocurrió? ¿Tan sólo por azar? Tiendo a creer que no.

El poder que, sobre las conductas de su público, detenta desde un escenario el líder de una banda de rock es un fenómeno altamente sugestivo, por cierto que inquietante, al cual la psicología de masas ha destinado frondosa bibliografía. Sobrecoge advertir, de hecho, el modo en que un nutrido conglomerado de individuos (no sólo en un recital) puede ser manipulado según la voluntad discrecional de una única persona.

Pues bien: en decenas de ocasiones pude presenciar cómo, desde ese lugar ‘todopoderoso’, ante una eventual situación de riesgo evitable durante un espectáculo, el sagaz discernimiento de personalidades despejadas como Carlos Solari o Ricardo Mollo (por poner dos casos) siempre privilegió, aun por sobre la calidad o incluso la mera continuidad del show que estaban ofreciendo sus bandas, la vocación indeclinable de desalentar conductas que pudieran ocasionar daños físicos. Recurrentemente he visto la aplicación de ese principio, y de modo inapelable: si es necesario, se interrumpe el tema que se está tocando; si con eso no alcanza, se termina el show en ese preciso momento, y nos vamos todos a casa. El cantante recrimina desde el escenario el proceder de los que protagonizan abajo una escena de pugilato sostenida, de los que encienden pirotecnia en un lugar cerrado, del espectador confundido que, sediento de protagonismo, se sube a una columna de sonido. Y el resto de la concurrencia, siempre (pero siempre) se pliega para honrar esa recriminación.

Asistimos, en esos casos, a cierto uso provechoso de ese poder más bien irracional que otorga el carácter de ícono, aplicado en uno de los muchos contextos sociales en los que hay que resolver sobre la marcha lo que el Estado no supo, no quiso, no pudo resolver con antelación.

Abismal es la distancia que media entre aquella conciencia de lo que uno genera (y del modo en que esto puede degenerar) y la archi-probada promoción del uso de bengalas que, según han enfatizado una y otra vez los integrantes y seguidores de Callejeros, era una práctica tradicional, parte del “folclore” del rock.

Rechazan recusación de Callejeros



La Cámara Nacional de Casación Penal confirmó a dos jueces de ese tribunal para que sigan interviniendo en la causa por la tragedia de República Cromañón, tras rechazar un planteo tendiente a que fueran apartados, presentado por la defensa del grupo Callejeros.
Los camaristas Eduardo Riggi y Liliana Catucci habían sido recusados por la defensa de los músicos a cargo del abogado Martín Gutiérrez, y por la defensa de los exfuncionarios del Gobierno porteño acusados por el incendio en el local de Once.
La entonces camarista Angela Ledesma también había sido recusada, pero la cuestión quedó abstracta ya que se fue de la Sala III del Tribunal y ahora es la presidenta de la Cámara de Casación.
El camarista Riggi había sido recusado por supuesto prejuzgamiento, ya que ya emitió opinión al tratar en abril de este año el recurso de apelación de las partes contra el Tribunal Oral Criminal N§ 24.
Una sala, integrada por los jueces Gustavo Mitchell, Guillermo Yacobucci y Mariano González Palazzo, resolvió rechazar las recusaciones planteadas y confirmar a ambos jueces al frente de la causa.
“La intervención de los magistrados recusados lo fue en tiempo oportuno sin excederse del objeto procesal que debían juzgar, razón por la cual, no advirtiéndose causal legal que justifique su apartamiento, habrán de rechazarse las recusaciones”, dijeron los jueces.
En mayo de este año, el TOC24 reacondicionó las penas luego de que el caso fuese catalogado culposo y condenó al exgerenciador Omar Chabán a ocho años de prisión.

Cromañon: ante la impunidad, unidad


 No sabemos si los jueces pensaban que el fallo en el juicio medíatico de Cromañon (hay dos mas en marcha, silenciados por los medios) iba a frenar el reclamo, y propiciar el olvido.
Si sabemos, en cambio, que sin vergüenza alguna traicionaron y se burlaron de la sangre derramada y de las vidas truncas, siendo este un nuevo motivo para continuar exigiendo justicia.
Reproducimos el documento de los 57 meses de articulación de grupos de familiares y amigos de las victimas de crómañon, realizado por sobrevivientes.
¿Cuanto duro? ¿10 minutos?. Quizás fueron 15. Un año de juicio y 15 minutos de sentencia. El camión hidrante ya estaba sobre nosotros, así en 15 minutos, como si todo estuviera preparado de antemano. Angustia, bronca, resentimiento. La justicia ya se había declarado injusta. El camión hidrante ya estaba sobre nosotros, así como también la infantería, de reojo se nos podía ver teñidos de azul, la sensación nuevamente de la muerte cercana, así como el 30 de diciembre del 2004 estábamos teñidos de negro y de muerte, muerte representada por un sistema, el mismo que esta vez nos teñía de azul.
El trabajo de los jueces fue impecable. Durante todo el proceso se mostraron como gente sensible, de fiar, que estaban comprometidos con la causa y generaban una especie de confianza hacia un movimiento que busca desesperadamente justicia. Durante todo el proceso los jueces escucharon junto a los padres como fue que sucedió Cromañón, como fue que murieron los 200 chicos. Fue impecable el trabajo de los jueces. Porque el rol del poder judicial es de mantener todo igual, o cambiar pequeñas cosas, que permitan que nada cambie.
Así es como la impunidad parece justa luego de la sentencia de un juicio. Así es como los amigos del poder legitiman que Cromañón siga sucediendo.
Desde un principio el movimiento denunció que Ibarra es el principal responsable político de la masacre, desde un principio la sociedad también lo denunció, sin embargo la justicia no lo citó siquiera a declarar.
Los funcionarios corruptos fueron puestos a dedo por el ex jefe de gobierno, el dinero de la caja chica era manejado por ex jefe de gobierno, quien no respeto la constitución fue el ex jefe de gobierno, quien no atendió mas de 10 alertas sobre el estado de los boliches fue el ex jefe de gobierno, el que no se puso a la cabeza del comando operativo de emergencia fue el ex jefe de gobierno. Sin embargo para la justicia Ibarra no tiene nada que decir.
 
Denunciamos el accionar de los jueces y la justicia por no considerar como garantes a funcionarios públicos.
Denunciamos que dichos funcionarios tenían el poder de policía, así que son garantes.
Denunciamos que dichos funcionarios tenían culpabilidades de estrago doloso y culposo según el caso.
Denunciamos que esta maniobra beneficio a funcionarios públicos que fueron solamente acusados de incumplimiento de sus deberes.
Denunciamos que un robo a propiedad privada tiene como condena, si es que no muere nadie en el echo, penas de 20 años y que 200 muertos en Cromañón, en donde la mala administración, la corrupción y la codicia de funcionarios fueron los causantes de la cámara de gas, solo reciban la irrisoria condena de 2 años para algunos y nada para otros.
La justicia garantiza la entrada de empresas off-Shore, sociedades con sede en el exterior y pantalla para lavar dinero, la ley prohíbe procesar a los dueños e impide averiguar quienes son. 
Así es como el lucro por sobre al vida es legal, impunidad de por medio.
 
Históricamente septiembre es el mes de los jóvenes, estudiantes, soñadores, luchadores. Es el mes en el que se recuerda a los chicos desaparecidos en lo que se llamó la noche de los lápices.
Del 16 al 19 de septiembre de 1976 se llevaron a cabo operativos contra el movimiento estudiantil, Francisco Muntaner, María Claudia Falcone, Claudio de Acha, Horacio Ángel Ungaro, Daniel Alberto Racero, María Clara Ciocchini, Pablo Díaz, Patricia Miranda, Emilce Molier y Gustavo Caloti, fueron secuestrados de sus casas y brutalmente torturados y hasta el día de hoy la mayoría siguen desaparecidos, jóvenes que peleaban por un mundo mejor.
Los torturaron cuando recién ingresaban en la adolescencia, conociendo el horror infinito de un tiempo de desprecio.
 
Así como la dictadura asesinaba en la tortura, en los vuelos de la muerte, en la desaparición, hoy el sistema que salió beneficiado con la dictadura, asesina en la cámara de gas que es en lo que se convirtió Cromañón. Asesina en la exclusión, en la persecución, en el gatillo fácil, o nuevamente en la desaparición como la de julio López y Luciano Arruga.
Tanta muerte evitable, tanta vida arruinada, por el lucro de unos pocos, tanta injusticia para las victimas.
Pero no nos han derrotado, cada golpe recibido en vez de voltearnos, nos hace más fuerte y más aguerridos.
Les gritamos a los jueces y políticos: ¡las heridas de una sociedad no se curan con impunidad!
Hoy vemos la realidad de otra manera, hay quienes ven la realidad tal cual es y se preguntan ¿por que? Hoy nos imaginamos la realidad como nunca ha sido y nos preguntamos ¿por que no?
Hacia ese camino vamos, es la mejor enseñanza que nos dió este proceso, saber que el horizonte se acerca cada vez que caminamos.
 
Sentimos indignación cuando vemos al gobierno k, que se jacta de ser defensor de los derechos humanos,  jamás interesarse ni dar opinión sobre lo ocurrido en Cromañón, al contrario siempre trataron de desvincularse o tapar el tema.
Este gobierno que se dice defensor de los derechos humanos, no duda en militarizar provincias, como santa cruz por el conflicto petrolero, no dudaron en militarizar el hospital Francés, el Garrahan, el subte y el último caso, la planta de Terrabusi, reprimiendo a familias enteras que defendían un puesto de trabajo, lo que no significa otra cosa que un plato de comida. Denunciamos que el abandono y la falta de trabajo, es un Cromañón más.
  Hoy a 57 meses decimos a toda la sociedad que no nos han derrotado, que no abandonaremos este camino de lucha manteniendo la unidad y nuestra presencia en la movilización, que el camino hacia la justicia no se encuentra ni en los jueces ni en tribunales.
Porque a 57 meses decimos que todos somos sobrevivientes.
Porque a 57 meses decimos que aún estamos aquí. 

"La mayor falencia de este juicio es que el Estado no está siendo juzgado"

ANRed: En el caso Cromañón, ¿son todos igualmente culpables o hay grados de culpabilidad?  
Gustavo Sanz Cerbino: Depende desde donde lo tomes. Hay por un lado ciertos culpables para la justicia, que ha avanzado en tres líneas de culpabilidad claras: por un lado, Omar Chabán; por otro, el tema de la banda (ahí nosotros no compartimos el criterio de la justicia, no creemos que Callejeros sea culpable); y por otro lado, a avanzado a medias sobre los responsables del estado de controlar ese local. Y ahí creemos que Aníbal Ibarra, que ni siquiera fue llamado a declarar en la causa, y los funcionarios que controlaban esa área tienen más responsabilidades de las que la justicia les está asignando. Hay solamente 3 funcionarios acusados de "incumplimiento de los deberes de funcionario público" , que es una pena menor, excarcelable, que en el peor de los casos va a significar dos años de cárcel, y nosotros creemos que hay más responsables que los que están siendo juzgados, y que las penas deberían ser, como mínimo, como las de Chabán.  Por otro lado, la otra línea sobre la que intentó avanzar la justicia, pero que no pudo lograr, fue la de juzgar a la persona que tiró la bengala que inició el incendio. Nosotros creemos y tratamos de demostrar en el libro que a esa persona no le cabe ninguna responsabilidad, y si la justicia no logró sentar en el banquillo a alguna víctima es porque no pudo avanzar en esa línea de investigación. Pero las pesquisas de la policía para buscar al chico ese han llegado hasta Chaco incluso; lo han buscado por todas partes. Ahí no hay ninguna responsabilidad: Callejeros y las personas que asistieron al recital son víctimas de un funcionamiento de la sociedad que se expresa en los empresarios y en el estado, donde la seguridad de las personas pasan a ser gastos superfluos frente a la maximización de la ganancia. Entonces, Chabán, es para nosotros responsable en el mismo grado que el estado que no controló, porque su acción, que apuntaba a maximizar sus ganancias, logró que se descuidaran una serie de aspectos de seguridad dentro de su local, que llevó a la muerte de muchas personas. Para dar un ejemplo, el local tenía material inflamable, que al incendiarse desprendió humo tóxico y mató a las 194 personas. Y ese material inflamable no debería haber estado. Reconstruyendo los testimonios que están en la causa judicial, logramos descubrir porqué Chabán pone ese material inflamable que sirve para acustizar (aislar acústicamente) el local. El tenía problemas con el hotel de al lado, cuyo dueño, Rafael Levi, era el mismo dueño del local Cromañón. Frente a ese problema empieza a investigar de qué manera aislar el local, y averigua una serie de presupuestos. Como era muy caro, termina comprando un material (wata) altamente inflamable en un remate, y lo hace poner por sus empleados en lugar de contratar a alguien que lo haga en buenas condiciones. Esa es una de las cuestiones en las que vemos que Chabán para ahorrar plata pone en riesgo la vida de las personas asistentes al recital. Por otro lado, la famosa puerta de emergencia que estaba trabada con un candado, aparecía en la prensa como un elemento de demonización de Chabán. Parecía un tipo irracional que pone un candado en la puerta para que la gente inocente encerrada en el local no pueda escapar. Ese candado efectivamente estaba, y no se puso porque Chabán era un loco y quería que si el local se incendiaba la gente no salga. Se puso porque ese portón o salida de emergencia daba también al hotel de al lado. Cuando se hizo todo este aislamiento sonoro, se puso también ahí las planchas de wata y se le puso encima un arco de metal (todo muy casero, atado con alambre), y las puertas habían quedado con un peso tal que no se podían abrir y corrían riesgo de que se cayeran arriba de alguien. Entonces, para que eso no sucediera, se las cerró con candado. Lo que nosotros intentamos demostrar en el libro es que, efectivamente, Chabán e Ibarra son culpables, pero no como individuos ni por una cuestión moral. Son culpables, porque forman parte de la propìa racionalidad del sistema, en donde todo empresario va a intentar lograr la mayor cantidad de ganancia posible, y el estado va a tratar de no meterse, no entorpecer la acumulación de capital de parte de la busguesía. Toda esta conducta es la de cualquier empresario o estado. 
 
 ANRed: ¿Hay una sistematicidad entonces?  
 G.S.C: Nosotros analizamos una serie de hechos en donde este tipo de conductas se repiten. Por ejemplo, las dos películas de Enrique Piñeyro, sobre los accidentes aéreos, "Fuerza Aérea Sociedad Anónima" y "Whisky Romeo Zulú", sobre LAPA, muestran, por un lado, empresas que para ahorrar plata y maximizar sus ganancias descuidan muchas condiciones de seguridad y, por otro lado, un estado que en lugar de controlar, deja hacer. Eso lo podemos ver en multiplicado al extremo. De hecho, los incendios en boliches bailables son algo muchísimo más comunes de lo que se cree. Nosotros nos enteramos de esto a partir de Cromañón, pero si buscamos hay casos como este en muchísimas partes del mundo, inclusos en países del primer mundo, por ahorrar en medidas de seguridad. Lo mismo pasó en el complejo comercial Ycuá Bolaños en Paraguay, el caso de Kheyvis. Y se pierde la cuenta… Pero conozco unos 50 casos en los que siempre uno va a encontrar el mismo tipo de cosas. El caso Kheyvis es casi idéntico al caso Cromagñón: uno lo ha retenido en su cabeza (porque así funciona el sentido común) como un caso en donde uno o dos chicos incendiaron un sillón, se incendió el lugar y murió gente. Pero cuando uno va a ver lo que sucedió en Kheyvis y rastrea los diarios de la época, se encuentra con que sucedió lo mismo que en Cromañón: puerta de emergencia con candado, material inflamable en el techo, errores en la habilitación e inspecciones previas que no habían previsto estas cosas. Detrás de eso no hay una serie de tragedias y casualidades que se repiten, como dice la prensa, sino que existe esta regularidad que es una conducta de la burguesía en el capitalismo donde maximizar la ganancia está por encima de todo. No porque sea algo genético, sino porque la propia competencia capitalista los obliga a eso. Un burgués que es el mejor tipo del mundo, y se gasta toda la plata necesaria para que su local sea el mejor del mundo, va a tener que trasladar esos gastos o costos a una entrada de 40 pesos, y se va a encontrar con que en un año se funde porque el resto de los burgueses van a poner entradas más baratas ahorrando el costo de seguridad, y por la propia ley de la competencia de mercado capitalista, se va a ver desplazado del mercado. 
 
ANRed: Teniendo en cuenta esta repetición de conductas del estado y de los empresarios, ¿qué culpa le cabe a Callejeros?  
 G.S.C: Hemos discutido este tema con familiares de Cromañón, y cada vez que vuelvo a escribir o releer lo escrito, me sigue generando dudas el tema de Callejeros. No es un tema fácil el de ellos, porque están muy en el límite entre la responsabilidad y la no responsabilidad. Hay que separar algunos elementos. En primer lugar, uno al determinar la responsabilidad de Callejeros no se puede guiar por las declaraciones posteriores al hecho realizadas por la banda. La banda a elegido seguramente a los peores abogados, se ha alejado del movimiento de padres, a tenido declaraciones que no comparto, y no comparto su estrategia judicial. Incluso, hasta podría decir que su estrategia comercial como banda es lo mejor que podían haber hecho después de lo sucedido. Sin embargo, eso no tiene que nublar el juicio. Cuando uno evalúa las responsabilidades de Callejeros del 30 de diciembre del 2004 tiene que evaluar eso. Después, estará bien o mal lo que hacen ahora. El principal problema de Callejeros es que se alejó del movimiento de padres y su interpretación de lo que sucedió está a la derecha de la mayoría de los movimientos de padres. Pero sin embargo, es una posición política que no tiene relación con el caso. Lo que hicieron después está mal, pero eso no implica que sean culpables o no. 
 
ANRed: ¿Qué posibilidad tenía una banda en crecimiento como Callejeros para imponer las condiciones en las que se da un recital? 
 
G.S.C: Es un tema complicado. Porque hay que ver qué funcionamiento tenía el negocio del rock, y que función ocupaba Callejeros en ese negocio. Porque si Callejeros fuera una banda chica que lleva 50 personas, y toca en un local como cualquiera de rock antes del 2005, sin ningún tipo de condiciones de seguridad, a nadie se le ocurriría acusar a la banda. De hecho, esa noche tocaba otra banda, soporte de Callejeros, que era Ojos Locos, y muy pocos saben que tocó otra banda ahí. ¿Pero qué pasa si Callejeros fueran los Rolling Stones o La Bersuit ? Ahí cambian las cosas, porque tienen más capacidad de acumulación y un posicionamiento en el negocio del rock, donde sí pueden controlar las condiciones en la que se ofrece un show. Elegir si toco acá o no, o allá o no. El tema de Callejeros es más complicado porque ellos estaban en un lugar intermedio. Hay que hilar muy fino sobre qué responsabilidad tienen en lo que sucedió en Cromañón. Los padres que dicen que Callejeros son culpables, dicen que Callejeros eran co-organizadores del recital junto con Chabán. En realidad, cuando uno empieza a investigar, las bandas under, cuando empiezan, no tienen ningún tipo de posibilidad de imponer al dueño del lugar donde tocan ningún tipo de condiciones, porque el dueño del local no se está haciendo millonario con vos, sino que hay miles de bandas por ahí parecidas a la tuya. Cuando estás como banda principal, ya estás por encima de la escala, y ahí sí podés imponer condiciones, porque al dueño del local sí le implica una diferencia que toques vos o la banda "pepito". Callejeros estaba en un lugar intermedio. En un momento de dar el salto, pero nosotros creemos que no tenía la capacidad para imponer las condiciones al dueño del local. Callejeros venía de tocar en lugares chicos, venía de hacer su primer estadio un mes antes de lo que sucedió en Cromañón, y todavía no había dado el salto que implica otro momento en la vida de una banda. Por eso no podía ponerle condiciones a Chabán, amén de que tampoco era su responsabilidad, ya que las cuestiones organizativas y de seguridad eran del dueño del local. Chabán era el que acustizó el local y el que decía cuanta gente sí y cuanta gente no. Callejeros puede haber tenido un comportamiento irresponsable, es difícil medirlo, pueden haber percibido que en ese local había más gente de la que el local podía soportar, pueden haber sido irresponsables con el tema de la pirotecnia, pero sin embargo, las cuestiones que generan lo de Cromañón son en primer lugar responsabilidades de su dueño. Y en segundo lugar, el estado que deba controlar. Callejeros fue a tocar a un local que estaba habilitado y que supuestamente estaba controlado por el estado municipal. No tenían ni los elementos ni la responsabilidad de decidir que en ese local no se podía tocar. Con las bengalas no hay que perder de vista que los elementos que causan las muertes en Cromañón no están relacionadas directamente con las bengalas, porque también podría haber sido un cigarrillo, un cortocircuito, cualquier cosa podría haber sido lo que genere el incendio. Las muertes no dependen de esa bengala. Es sólo la chispa que provoca todo. Sino la capacidad del local que estaba excedida, las puertas que estaban cerradas, y el material inflamable que había en el lugar. Si no hubiera habido material inflamable, no hubiera sucedido lo que sucedió. Si hubiera habido material inflamable, pero hubieran estado las puertas abiertas, se hubiera evacuado todo antes de que nadie se muriera asfixiado. Si hubiera estado el material inflamable y las puertas cerradas, pero la capacidad del local se hubiera respetado, se hubiera evacuado también antes de que se muera nadie. O sea, cualquiera de esos tres factores era necesario para que se produzcan las muertes. La bengala es el único que no, porque podría haber sido cualquier otro elemento. Y le hubiera sucedido lo mismo a otra banda ahí o en otros lados. Como se demostró posteriormente, casi todos los locales de Buenos Aires presentaban las mismas infracciones.
 
 
ANRed: ¿Qué opinión te merece lo que se dio en llamar "efecto post-Cromañón, con el cierre masivo de espacios y centros culturales"? 
 
 G.S.C: Fue un manotazo de ahogado del gobierno, de cerrar todos los locales de todo tipo en la Ciudad de Buenos Aires, porque la crisis política explotaba por todos lados y había que dar señales y hacer algo. Lo primero que hizo el gobierno de Ibarra, como el cuerpo de inspectores de la ciudad estaba desmantelado, y había sólo 100 tipos que no podían controlar todos los locales en tres días, para decir cuáles estaban en condiciones o no, empezaron a cerrar todo y revisarlos. Y encuentran que el 90 por ciento de los locales de cualquier tipo no estaban en condiciones de funcionar de acuerdo a la normativa. Y había muchos centros culturales, por más que nos moleste. Esa es una normativa correcta. Es la forma de evitar que pueda repetirse otro Cromañón. Ahora bien, eso generó que diversas actividades culturales no encontraran espacios. El problema no es el cierre. El tema es que bajo el capitalismo esos locales no son rentables. Y en esas condiciones, no se abren. ¿Qué se debería hacer? Demandar que el Estado cree espacios para esas actividades, con las condiciones de seguridad necesarias. Pero el tema es que el Estado también es parte de esta sociedad, y tampoco para él es rentable que haya un espacio donde toquen bandas alternativas o la gente se forme. En el sistema capitalista esos espacios sólo pueden funcionar sino respetan las normas de seguridad. Si tienen que poner plata para cumplir estas normas de seguridad, ya dejan de ser rentables y no funcionan. El problema es el capitalismo y cuál es el lugar que tiene este sistema para los espacios culturales. 
 
 ANRed: En una nota que sacaste en El Aromo hablás de los vínculos entre los empresarios de la noche porteña y el ibarrismo. ¿Podés ampliarnos eso?  
 G.S.C: Cuando nos metimos en todo este tema del cuerpo de inspectores de la ciudad, un nido bastante turbio, vemos que este cuerpo aparece como una fuente de recaudación de dinero para financiar, muy probablemente, el aparato político de Ibarra. En primer lugar, hay una serie de medidas del gobierno de Ibarra: en el 2003 va a desmantelar todo el cuerpo de inspectores, que como el dijo él mismo, era un "nido de corruptos". En esa acción de fines de 2003, lo desmantela y lo reemplaza por otro, Unidad Polivalente de Inspecciones (UPI), que en ese momento empieza a funcionar con 30 inspectores. Pero reemplazar un cuerpo, aunque sea corrupto, de unos 300 empleados por uno de 30 que tenía a su cargo más de 70 mil actividades consideradas "críticas" (actividades comerciales que implicaban un riesgo para la población), y pensar que podían llegar a controlar todo eso, es descabellado. Ibarra vació el cuerpo de inspectores. Y lo que hicieron fue centralizar la decisión sobre qué se abre y qué se cierra en un reducido grupo de inspectores, encabezados por Fabiana Fizbin e indirectamente, Marcelo Antuña, responsable previo del área. Generalmente, a partir de ese momento, las infracciones se hacían por denuncias. Antes, si vos eras inspector, y pasabas y veías una infracción, podías pasar, hacer inspección y podías hacer la denuncia. Ahora, debías comunicarte con ese pequeño grupo, que decidía qué se clausuraba y que no. O sea, los inspectores habían perdido su poder de policía y decisión. No podían clausurar directamente ante una irregularidad. Ese grupo pequeño al cual remitían todos los inspectores respondían políticamente a Vilma Ibarra, que era quien manejaba una de las dos camarillas en las que estaba dividido el gobierno de la ciudad: por lado, Vilma Ibarra, y por el otro, el entonces jefe de gabinete Raúl Fernández, que luego se queda más tarde con Jorge Telerman. Y eran quienes dirigían toda el área de inspección, que tenían una relación bastante sospechosa con la Cámara de Empresarios de Discotecas y Entretenimientos (CEDEBA), que agrupaba a todos los boliches y locales nocturnos, que se formó en 2004, y tenían una relación muy cercana con el sector de Vilma Ibarra que, no está de más decirlo, era la hermana del jefe de gobierno Aníbal Ibarra. 
Ibarra no podía desconocer cómo funcionaba todo esto. Un ejemplo de esta relación es que en la única actividad pública que hizo esta cámara, que fue un encuentro o congreso para dueños de discotecas, en cada una de las mesas del encuentro había un funcionario del área de inspecciones, que era parte de esta camarilla de Ibarra. 
Organizaban una rueda de prensa, y estaba el secretario de prensa de Ibarra. Hacían una mesa para hablar de cualquier tema, y ahí estaba Vilma Ibarra. Hacían una mesa sobre seguridad, y estaba un inspector del área de seguridad que respondía a Vilma Ibarra. Todos los funcionarios que han sido procesados alguna vez en esta causa, estuvieron alguna vez en esta reunión, en donde no había prácticamente nadie más. Eso demuestra la relación muy cercana que había entre esta cámara y Vilma Ibarra. Y lo que se sospecha es que la cámara pagaba coimas a este sector para financiar el aparato político que era el FREPASO. Marcelo Antuña, que era uno de los que respondía a Vilma Ibarra, era el apoderado del partido. Y Vilma sería la que imaginaría buena parte de esta estructura. 
 
 ANRed: ¿Por qué no están los responsables políticos máximos en este juicio? 
 
G.S.C: Es una buena pregunta que habría que hacérsela al juez. La justicia en su propio funcionamiento tiene una lógica de clase, en la cual, frente a este tipo de hechos que involucran al propio estado y el funcionamiento de las propias instituciones, la tendencia es a que, salvo que no se pueda hacer otra cosa, se va a tratar de hacer zafar al funcionario. En el caso de Cromañón, la pregunta es ¿porqué la justicia puede hacer zafar a los funcionarios? El tema es que en la jerarquía del gobierno de la ciudad, desde el inspector hasta Aníbal Ibarra, hay una serie de escalones intermedios, en los cuales, uno tendría que ir avanzando de uno en uno hasta llegar a Ibarra. Tendrías que demostrar la conexión entre cada uno e Ibarra. Y esta conexión se va haciendo cada vez más difícil de demostrar. En primer lugar, es difícil de probar porque nadie te firma un recibo de corrupción por la coima que cobra. Es siempre una relación entre dos personas que, salvo que una de las dos partes lo filme y lo muestre como prueba, no se puede comprobar. En segundo lugar, la coima nunca la cobra el funcionario de mayor jerarquía. Siempre se manda a un funcionario menor. Entonces, hay que probar no sólo lo anterior sino también la relación entre ese funcionario menor y el mayor sospechado de pedir coimas. Y la justicia siempre actúa con esa lógica. Con Cromañón procesó a los responsables directos. Se los acusa de no haber inspeccionado Cromañón. Se procesó a Fabiana Fizbin por un delito muy menor, como es el de "incumplimiento de los deberes de funcionario público". Ahora, cuando se tenía que procesar al resto, cuando el juez Lucina avanzó hasta un tipo que reportaba directamente a Ibarra, como era Juan Carlos López, lo procesó, pero después se revocó por fallos de segunda instancia en donde el argumento de la justicia para no procesar a los funcionarios de mayor jerarquía (ni hablar todavía de Ibarra) era que un superior no puede estar al tanto de todo lo que hacen los subordinados. Lo que está debiendo ahí la justicia, es que existe una lógica funcionamiento, que existen órdenes en el cual el funcionario de mayor jerarquía está. Y en el caso de Cromañón hay muchas pruebas de que los funcionarios de mayor jerarquía estaban al tanto. Hay muchas denuncias sobre el funcionamiento de las inspecciones que llegaban al propio Ibarra, incluso una vez salió en una tapa de Clarín. Para la justicia la responsabilidad es una responsabilidad directa y cuanto menos directa sea, menos se va a avanzar, y si no se tiene la voluntad política (porque avanzar significa bancarse la presión de Kirchner y todo el aparato de Ibarra), por acuerdos compartidos con los políticos de turno, no se puede avanzar. Cn la masacre del puente Pueyrredón sucedió lo mismo: se procesa a los dos policías que apretaron el gatillo pero los ministros de gobierno y al propio Duhalde ni siquiera se los menciona. Siempre funciona de la misma manera la justicia. La mayor falencia de este juicio es que el estado no está siendo juzgado. Sólo está siendo simbólicamente juzgados Fizbin, Fernández y Torres como representantes del estado, pero en realidad, es más una forma de encubrir una responsabilidad mayor, que hacer justicia.

Caso Cromañon: archivan la causa por el origen de la bengala


A 6 años de la tragedia ocurrida en un lugar público más grande de la historia en nuestro país, el juez Alberto Baños decidió abandonar la búsqueda de quien lanzó la bengala que provocó el incendio. En otro expediente, se investiga a Chabán y a Callejeros.
A pesar de esto, los abogados querellantes de las familias de las víctimas indicaron que “no abandonarán el pedido de que se encuentre a los responsables”.
Al respecto, el juez Baños sostuvo que “pese a las innumerables medidas probatorias dispuestas por el tribunal –intervenciones telefónicas, peritajes, declaraciones testimoniales, tareas de inteligencia, careos-, de momento no existen elementos de prueba que permitan involucrar a persona alguna con el encendido del elemento pirotécnico”.
Sin embargo, desde la óptica de los representantes de las víctimas, continuarán con su lucha por encontrar a los responsables con el deseo de que cumplan su condena.
Al respecto, anunciaron que “seguirán en búsqueda de que el caso vuelva a ser investigado hasta el final”.

El caso Cromañón con un nuevo juez


El Consejo de la Magistratura designó a Néstor Costabel, secretario de un Tribunal Oral. Críticas de los querellantes.

Desde el 1º de enero tendrá nuevo juez la controvertida causa por las 194 muertes ocurridas en el boliche República Cromañón. La designación como juez subrogante, en reemplazo de la titular del juzgado, María Angélica Crotto, recayó sobre Néstor Costabel, quien venía desempeñándose como secretario del Tribunal Oral número 4 de la Capital Federal. Costabel será el tercer magistrado a cargo del voluminoso expediente, que ya acumula más de 180 cuerpos. Crotto estuvo apenas un mes al frente del caso y luego pidió licencia por enfermedad. El grueso de la investigación lo hizo el juez Julio Lucini, también subrogante, quien procesó a treinta personas en la causa y ahora fue nombrado para ocupar en forma provisoria la vocalía número 7 de la Cámara del Crimen porteña. El juez Costabel fue elegido por la Comisión de Selección del Consejo de la Magistratura y asumirá el primer día del año próximo, siempre y cuando Crotto renueve su pedido de licencia por enfermedad, que vence el 31 de diciembre. El nombramiento de Costabel fue cuestionado, con matices diferentes, por Fernando Soto y José Iglesias, dos de los abogados querellantes de las víctimas del incendio ocurrido el 30 de diciembre del año pasado. 
Costabel, quien hace 21 años ingresó al Poder Judicial, tiene quince años de experiencia en instrucción penal, aunque nunca fue juez de ese fuero. Dos de los miembros de la Comisión de Selección, Beinusz Szmukler y Eduardo Orio, cuestionaron el nombramiento de Costabel “por esa falta de experiencia como juez de instrucción”, confió a Página/12 un vocero del Consejo de la Magistratura. “Szmukler argumentó que para esta causa se necesitaba una persona con trayectoria y por eso opinó que el cargo tenía que ser ocupado por Horacio Azzolín”, que integraba –en segundo lugar, detrás de Costabel– la terna propuesta por la Cámara del Crimen. 
La designación de Costabel se resolvió con los votos a favor de los consejeros Joaquín Da Rocha, Humberto Quiroga Lavié, Juan Carlos Gemignani, Bindo Caviglione Fraga, Claudio Kiper, Victoria Pérez Tognola y Luis Pereira Duarte. El argumento central de la mayoría fue el de “confiar en el buen criterio de los miembros de la Cámara del Crimen, que son quienes más conocen la trayectoria y las cualidades de los miembros del Poder Judicial”, dijo la fuente consultada por este diario. Horacio Azzolín fue nombrado para reemplazar al juez Roberto Murature. El tercer aspirante a tomar la causa Cromañón era Pablo Ormachea. 
En la misma reunión del Consejo de la Magistratura, el juez Lucini fue designado para integrar la Cámara del Crimen, ante las renuncias de los camaristas Guillermo Navarro y Carlos Elbert, y la licencia por enfermedad de Carlos Gerome. Los otros dos cargos, provisorios, serán ocupados por los hasta ahora jueces María Nocetti de Angeleri y Alberto Seijas.
El nuevo juez de la causa Cromañón, Néstor Costabel, ingresó al Poder Judicial en el año 1984 y se recibió de abogado en 1992, en la Universidad de Buenos Aires. Diez años más tarde obtuvo el título de especialista en Derecho Penal en la Universidad del Salvador. 
Luego de ocupar cargos en juzgados correccionales y criminales, desde 1993 se venía desempeñando como secretario del Tribunal Oral 4 de la Capital Federal. Se presentó en dos concursos para ser juez en lo correccional y de ejecución penal, pero no logró ocupar ninguno de esos cargos.
Costabel asumirá como juez subrogante en la causa Cromañón el 1º de enero, si la juez titular María Angélica Crotto renueva su pedido de licencia por enfermedad. El retiro de Lucini generó preocupación entre los familiares de las víctimas del incendio, que estaban “muy conformes” con el desempeño del magistrado. 
Fernando Soto, uno de los abogados querellantes, cuestionó que las designaciones de jueces “se sigan haciendo a través del Consejo de la Magistratura, sin acuerdo del Senado, como marca dentro la Constitución”. Soto manifestó que si bien “este mecanismo se hizo para agilizar los nombramientos y cuenta con el aval de una acordada de la Corte Suprema, no deja de ser inconstitucional”. El letrado opinó que se trata de designaciones “de jueces que no son jueces, son secretarios que se convierten en jueces ad hoc y que si hay un cambio en la composición de la Corte, o una modificación en el actual criterio, podrían ser cuestionados y la causa quedaría a fojas cero”. 
José Iglesias, abogado querellante y padre de una de las víctimas, admitió que “todo cambio de juez siempre ha generado dudas sobre cómo sigue la causa”. Sostuvo, además, que “el nombramiento de secretarios ha generado problemas en algunos casos, (y puede causarlos) sobre todo en una causa tan complicada como la de Cromañón; a veces, la camisa les queda un poco grande”. De todas maneras, confió en que “las dudas que ahora tenemos queden desmentidas por el comportamiento del nuevo juez”.

Caso Cromañón: Rafael Levy pidió la nulidad del juicio en su contra

El dueño de Cromañón, Rafael Levy, pidió que no se realice el juicio oral en su contra al solicitar la nulidad del 
mismo porque se habrían robado pruebas del local donde ocurrió la tragedia del 30 de diciembre de 2004.
 
Levy pidió ante el Tribunal Oral 24 la nulidad del juicio que se llevará a cabo próximamente luego de una inspección ocular que se realizó en el boliche en septiembre pasado y al comprobarse que fue violentada la clausura del mismo, según confirmaron fuentes judiciales a Infobae.com.
El escrito fue presentado por los abogados Eduardo Gerome y Fabián Lértora, quienes representarán a Levy acusado por estrago doloso seguido de muerte, la misma figura por la que fue condenado el empresario Omar Chabán a 20 años de cárcel.
Según la presentación se habrían robado pruebas "vitales para el juicio", lo que se pudo comprobar a raíz de la una inspección, y pese a que la calle Bartolomé Mitre estaba cerrada y la policía cuidaba la clausura del lugar, “no se guardó la debida cadena de custodia"
De acuerdo a los abogados, las franjas de clausura estaban casi en su totalidad violentadas, por lo que personas no autorizadas habrían ingresado al local. Por esa razón pidieron una "exhaustiva investigación" ante la "falta de documentación y manipulación advertidas".
No es la primera vez que se denuncia la violación de la clausura ya que días atrás el abogado de una de las víctimas, José Iglesias realizó una presentación similar ante el tribunal.

CASO CROMAÑON

El cantante de Callejeros, Patricio Santos Fontanet, acusó a una de las 194 víctimas del incendio en Cromañón de tirar bengalas "siempre" durante los recitales de la banda. "El hijo de la señora Bonomimi, Sebastián, siempre prendía bengalas en el show", sostuvo el líder del grupo en una declaración de marzo de 2005 que esta tarde fue leída en el juicio oral y público que se ventila por el caso.

Las palabras de Fontanet, leídas por una secretaria, provocaron el malestar de los familiares presentes en la sala, quienes se empezaron a quejar por lo bajo. "Todos intentan tirarle la pelota al público, fue claramente un golpe bajo. Ellos eran vecinos y amigos, si los chicos usaban bengalas era porque el grupo las usaba", dijo una madre presente en la sala.

Sebastián Bonomini (21), murió tras el incendio en Cromañón y su madre, Nora Ortiz, fue procesada en julio junto a otros dos padres de víctimas, Ricardo Righi yLuis Fernández, por amenazas contra Callejeros, jueces y el ex jefe de gobierno porteño Aníbal Ibarra. Ortiz tiene prohibido el acceso a la sala de audiencias porque también tuvo un altercado con los miembros del tribunal oral, mientras que a Fernández se lo vio hoy por primera vez sentado entre los padres.

VEREDICTO CASO CROMAÑON


Tras la lectura del fallo, un grupo de de jóvenes protagonizaban esta tarde una serie de incidentes en la puerta de los tribunales, donde derribaron las vallas de contención, apedrearon las puerta y se trenzaron en lucha con los policías. 

Sobre la puerta de la calle Uruguay, estos manifestantes, muchos de ellos los fans de Callejeros, se enfrentaban mediante el uso de los palos de sus banderas con los efectivos de Infantería, por lo que se tuvo que dispersas a los revoltosos con los camiones hidrantes.

Emir Omar Chabán, el gerenciador del boliche República Cromañón, fue condenado hoy a la pena de 20 años de prisión en calidad de autor plenamente responsable por incendio doloso, cohecho en calidad de autor y por causar la muerte de 194 personas y lesiones a por los menos 1439.

Raúl Villareal, su mano derecha, fue condenado a un año de prisión.

Por su parte, el manager de la banda Callejeros, Diego Argañaraz, fue condenado a la pena de 18 años de prisión, mientras que los seis integrantes de la banda Callejeros fueron absueltos esta tarde del delito de estrago doloso por el beneficio de la duda.

También recibió la pena de 18 años el subcomisario Carlos Díaz quien se desempeñaba en la seccional 7ma. la momento del incendio en el boliche, por ser partícipe necesario de incendio doloso y por cohecho pasivo.

En tanto, la ex subsecretaria de Control Comunal del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Fabiana Fiszbin, fue condenada hoy a la pena de 2 años de prisión por el delito de incumplimiento de los deberes de funcionario público.

Por la misma acusación fue condenada la ex directora de Fiscalización y Control del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Ana Fernández, también a la pena de 2 años de prisión.

Por otra parte, el tribunal condenó a los 15 imputados al Gobierno Nacional y al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires a pagar en el lapso de diez días la suma de 121.600 pesos

Caso Cromañón: Callejeros tocará en Olavarría cuatro días antes del veredicto


El grupo de rock Callejeros podría presentarse en la provincia de Buenos Aires el próximo 15 de agosto a sólo cuatro días de que se conozca la sentencia por la Causa Cromañón, en la cual también se responsabiliza a los músicos por la muerte de 194 personas en el trágico incendio ocurrido durante uno de sus shows el 30 de diciembre de 2004.
Callejeros podría volver a los escenarios de la ciudad bonaerense de Olavarría apenas se compruebe que el local donde espera que toquen cumple con los requisitos de seguridad pedidos por la municipalidad.
El recital de la banda liderada por Patricio Fontanet tendría lugar en el gimnasio del Club Estudiantes de esa ciudad.
Sin embargo, el representante de la banda, Pablo Baldini, aseguró que está todo prácticamente listo para la presentación.
Cuatro días más tarde se conocerá la sentencia de la Justicia sobre el caso de República Cromañón, donde toda la banda está acusada de homicidio culposo a raíz de la tragedia.
Al conocer la novedad, en la Capital Federal, parte de los familiares de víctimas de la tragedia, se oponen a que la banda tengan esa posibilidad de tocar.

Callejeros se declaran inocentes en caso Cromañón


Uno de los casos que conmovió a toda la opinión mundial ha empezado uno de sus nuevos capítulos, la tragedia de Cromañón, aquella discoteca donde se presentóCallejeros la fatídica noche del 30 de diciembre de 2004, produjo la escalofriante cifra de 193 fallecidos, recientemente la banda de rock que fue impedida de tocar durante algunos años, compareció y se declararon inocentes de los cargos de los que se les acusa.
La banda de rock Callejeros se declaró hoy “totalmente inocente” en el juicio que se sigue por el incendio que acabó con las vidas de 193 personas la noche del 30 de diciembre del 2004 en la discoteca “República de Cromañón” de Buenos Aires. Los músicos también negaron que hayan incentivado el uso de las bengalas que desató el siniestro.
"Los chicos nunca recibieron un mensaje de mi parte sobre el uso de bengalas y nuestras familias nunca ingresaron pirotecnia. Yo pensé que esa iba a ser una noche inolvidable, pero mi novia murió y a mi mamá se le quemó el cuarenta por ciento del cuerpo. ¿Cómo voy a exponer a la gente que yo quería a semejante desastre?", manifestó el líder del grupo, Patricio Fontanet.
Los seis integrantes y el manager de Callejeros, al igual que el dueño de "República Cromañón", Omar Chabán, su colaborador Raúl Villarreal y cinco integrantes de la Policía, son sometidos a un juicio oral por el incendio en la discoteca.
La Fiscalía acusa a Callejeros de haber organizado junto a Chabán el recital, en el que -según testigos- se permitió que entraran personas con pirotecnia.
Además, los acusan por permitir que ingresaran más asistentes de lo permitido de acuerdo con las dimensiones del local y por haber elegido para actuar un lugar cuya única salida de emergencia se hallaba sellada con un candado y alambre.
En mayo de 2006, "Señales", el último disco de Callejeros y que fue dedicado a los nueve familiares y allegados a la banda que murieron en el incendio, se agotó poco tiempo después de salir a la venta, la banda estuvo prohibida de tocar en Buenos Aires por casi dos años.

Cromañon: hoy se conocerá el fallo sobre la responsabilidad de Chabán y Callejeros


La Cámara de Casación Penal será la encargada de dictar sentencia hoy sobre el caso Cromañon. En la misma, se definirá si Omar Chaban y miembros de la banda Callejeros irán presos o no. Ambos se encuentran imputados en el incendio ocurrido en diciembre de 2004 en el cual fallecieron 193 personas. Actualmente, todos los acusados gozan de libertad. Por su parte, el fiscal ante la Cámara Nacional de Casación Penal, Raúl Plée, solicitó una condena a 20 años de prisión a Chabán y a 18 años del ex manager de Callejeros Diego Argañaraz y el ex subcomisarío Carlos Díaz. El delito que pesa sobre ellos es el de "cohecho e incendio doloso calificado".La sala III del máximo tribunal penal convocó a las partes para las 10, cuando informará sobre las apelaciones al fallo del Tribunal Oral en lo Criminal 24 (TOC 24), que en 2009 llevó adelante el juicio contra todos los acusados. Todos los condenados están actualmente en libertad por decisión del TOC 24, pero en caso de que la sentencia sea confirmada, varios podrían quedar detenidos mañana, si concurren a la audiencia, u ordenarse su captura, explicaron fuentes judiciales a Telam

En extensas jornadas realizadas en febrero y marzo, los camaristas Eduardo Riggi, Angela Ledesma y Liliana Catucci escucharon a cada una de las partes exponer sus argumentos, entre ellos al fiscal Raúl Plée. Por su parte, Plée reclamó que se revoquen las absoluciones con que fueron beneficiados en el juicio los músicos de Callejeros y se confirme la condena de Chabán y de miembros de la banda. El fiscal consideró que los músicos debían estar al tanto de los sobornos que se pagaba a policías para que omitieran controlar el boliche. A pesar de ello, decidieron tocar esa noche en Cromañón y tenían poder de decisión en temas relacionados a la iluminación, seguridad y sonido, que no eran de exclusiva competencia de su manager, Argarañaz. 

Por su parte, la defensa de Chabán pidió la absolución de su cliente o una pena menor, por estrago culposo, al igual que los abogados de Argañaraz, Díaz y Raúl Villareal, sentenciado a un año de prisión en suspenso. 

Los familiares de las víctimas expresaron en un documento que "la Cámara de Casación tiene la oportunidad de corregir un fallo arbitrario y por tanto injusto. Cromañón es un crimen sobradamente probado, producto de la corrupción y consagrado por la impunidad, un crimen por el cual a seis años no hay ningún responsable preso". En la misma línea, sostuvieron que “"un fallo impune respecto de la masacre de Cromañón es la consagración de la impunidad para quienes siendo empresarios o funcionarios públicos privilegian sus negocios por sobre la vida".

Justicia por Cromañon

Caso Cromañón: condena para Callejeros

Los miembros de la banda fueron responsabilizados como autores de "incendio culposo seguido de muerte en concurso real con cohecho activo en calidad de partícipes necesarios"; Chabán sufrió una reducción en su condena; también dispusieron la liberación de la calle Mitre


Casi dos años después de que el juez Marcelo Alvero, del tribunal oral 24, dictaminara la absolución de Callejeros por la tragedia de Cromañón y la condena de Omar Chabán a 20 años de prisión, la Cámara de Casación Penal dará a conocer un nuevo fallo. Tras una densa mañana signada por la tensión en Comodoro Py, el tribunal determinó que los miembros de Callejeros serán condenados por el delito de estrago culposo. Muchos de los padres de las 194 víctimas esperaron la sentencia en el lugar; el impedimento de ingreso a la sala de audiencias generó algunos incidentes violentos con el personal de seguridad del tribunal que se negó a leer el veredicto en presencia de los familiares.
Patricio Fontanet, Eduardo Vázquez, Juan Alberto Carbone, Christian Torrejón, Maximiliano Djerfy, Elio Delgado y Daniel Cardel fueron responsabilizados como autores de "incendio culposo seguido de muerte en concurso real con cohecho activo en calidad de partícipes necesarios". Bajo la misma figura penal que Callejeros, fue nuevamente condenado Chabán: el cambio implica una reducción en su tiempo de condena de 20 (por estrago doloso seguido de muerte) a 11 años ya que la pena máxima para aquel delito es de cinco años mientras que la correspondiente a cohecho es de seis.
Por su parte, el colaborador de Chabán, Raúl Villarreal (también previamente sentenciado a 18 años de prisión), el subcomisario Carlos Díaz y Diego Argañaraz, manager de la banda, recibieron la misma condena. Las ex funcionarias públicas Fabiana Fiszbin y Ana María Fernández recibieron una condena como autoras penalmente responsables de los delitos de "omisión de los deberes de funcionario público en concurso ideal con incendio culposo seguido de muerte".
Además, el tribunal decidió liberar al tránsito público la calle Bartolomé Mitre y Ecuador, donde se encuentra el santuario que levantaron los familiares y amigos de las víctimas. "Esto no es justicia; hasta que los responsables de esta masacre no sean encerrados, esa calle no se abre", dijo una madre indignada ante la resolución.

Del “Caso Cromañón” al “Caso Callejeros”

Voy a estar en Pinamar los próximos días en una nueva escala de mi gira vacacional pero, cuando iba a proponer el acertijo de por cuál calle de Pinamar caminan los boludos, se me abrió Clarín.com que venía lenta. En la tapa, el caradura de Pato Fontanet, cantante imitador del Indio Solari y líder de Callejeros. Onda “rompió el silencio”.

La cosa es que habló por Radio Diez en el programa de Oscar González Oro y Eduardo Feinmann y le echó toda la culpa a Chabán. Ellos, la banda, no sabían nada de los techos inflamables, ni se imaginaron que en ese lugar entraba el triple de gente de lo tolerable. “La banda va y toca”, dijeron. “No es coproductor ni dueño”, aseguraron con sus remeras de rock puestas y una tristeza colocada y esa sinceridad seria que los adolescentes muestran en los colegios cuando pasa una desgracia, un compañerito que se suicida o un profesor que queda en coma.
No sé qué me impresiona más:
1) Que los callejeros se sigan haciendo los boludos, como si ellos fueran los magos que se contrata para un casamiento y cuya responsabilidad en que el enano de la torta cobre vida y le toque el culo a la hermana de la novia es nula.
2) Que hayan dado su primera entrevista después de la cámarita de gas de Cromagnon a Radio Diez.
3) O saber que las dos cosas no mellaran el cariño, la fidelidad, el amor, el trampolín de la vida o no sé cómo mierda llamar a esa lealtad que miles de pibes tienen con la banda, multiplicada después de Cromagnon.
Anoche, los chicos (Callejeros), se quedaron en la cocina suburbana de azulejos blancos de alguno de los integrantes de la banda después de hablar con el abogado Julio Virgolini (ex Carlos Menem, ex Alfredo Yabrán) y escuchar de él, el calvario que pasó Diego Argañaraz, manager de la banda, ante el juez Julio Lucini. Conmocionados, resolvieron seguir la estrategia que el abogado de estrellas de la maldad les recomendó. Lo charlaron, los chicos. Calcularon. Y llamaron. “Lo hacemos, Julio”, dice mi guión que le dijeron por teléfono a Virgolini, bien tarde, ya tal vez con el Clarín papel en la mano, donde Argañaraz sale en la tapa, disfrazado de fan de la banda a la que le maneja la plata, pero en un celular, esposado y atormentado.

Para Julio, fue sólo un llamado, ya saben a quién, sentarlos a las diez de la mañana de hoy en el programa más escuchado de la radiofonía argentina y asegurarse un trato amable. Claro que lo lograron.
Un periodista amigo, entendido en rock, me dijo hace poco que la primera nota después de Cromagnon, los Callejeros se la iban a dar a Juan Di Natale en la Rock and pop que los apoyó desde el inicio.
El apoyo desde el inicio es muy importante para las banditas de rock. Hay que ser de la primera hora, supongo que como mami que es de la primera hora también y hasta la última hora de ella o de ellos. Esto significa además que no tiene ninguna importancia de quién gusten ellos sino que lo único que les importa es quiénes gustan de ellos. Lo cual es tristón por cuanto revela falta de ideas propias, excepto el amor a sí mismos y que no hay estéticas o ideologías a las que puedan reconocer como previos a ellos o superiores a ellos. Las cosas sólo son en relación a sí mismos.
Y si gustó de entrada y nunca te abandonó pues es amigo.
Para quienes no lo saben porque ya no son jóvenes y escuchan jazz, o son los jóvenes que escuchan ¡y hacen! jazz, los Callejeros fueron bastante famosos antes de la tragedia cuando embocaron un hit “Una nueva noche fría” que hasta pasaba Néstor Ibarra en Radio Mitre, lo que es decir. Esa canción prueba que Pato imita Indio. Cuando esto ocurrió, la fama módica, sudamericana fama, los medios quisieron hacer reportajes a Callejeros pero se los negaron a la mayoría porque “cuando te mandaba las gacetillas no me diste bola” y, entonces, daban notas sólo a quien tenía probada la lealtad maternal con ellos.
Entonces se publicaron unos muy pocos reportajes que son, más bien, un encuentro con fans encubiertos. Lo curioso es que los periodistas no eran fans sino que, de pedo, les habían dado pelota antes, pero porque les sonaba amigable el rock chabón, no porque los amaran en especial. La cosa es que los reportajes se parecían a lo que los Callejeros creían que estos periodistas eran y, entonces, estos periodistas fueron fans. Como lo fue hoy Feinmann, aunque por su lealtad marcial a los dueños de los micrófonos. La idea de aquellas entrevistas siempre apunta a “lo que cuesta consolidarse como banda”, a “que no te dan bola”, a “cómo crecés de a poquito”. En fin, el llanto. El gasista de la vuelta de casa perdió un ojo hace poco, trabajando, y a la semana, levantó la cortina de nuevo. Su padre un día también le dijo: “¿gasista? Van a hacer más falta los electricistas”. Pero él era un soñador del gas, pensaba en gas, olía a gas, gaseaba. Y el también empezó de abajo, como ayudante, con una garrafita chiquita y después se compró un calefón a botonera y ahora su nieto se llama tiro balanceado, en el medio se casó, tuvo hijos, se mató la hermana, y se levanta a mear a las tres y a las cinco de la madrugada por la próstata. ¡Y no llora! Los callejeros, los Attaque y todos los fachos del rock se la pasan llorando.
Repasando, ellos son el mago del casamiento, van, tocan, recaudan y se van. Y, como el mercado es libre, otro día los contrata otro y van, tocan.
No, man, no es así. 
Vos querés celular, chata para llevar los equipos, comprarle una casa a tu madre. Y esas fueron entradas de más, Pato. Querías llegar rápido a Valeria del Mar. Pisaste a una nena. Cagaste. Manejá despacio. Ahí están los cartelitos de la ruta.
Los Callejeros se hicieron masivos, por obra y gracia de un hit, lo que no los pone en ningún acuario distinto que los Milli Vanilli. Y llevan gente a los recitales porque encontraron la fórmula de la demagogia justa para ser seguidos por algunos miles. Una fórmula que puede no funcionar con algunos otros miles, que son menos chabones o que son más chabones y siguen a otras bandas, tan irresponsables como ellos, al menos hasta el 30-12.
En los recitales, en las calles, en la 105 y playa, los pibes putean mucho, con la patente de la rebeldía y descuido que les transfieren cada producto, cada uno de los productos destinados a la juventud, y que se advierte en su diseño, en su marketing y en su publicidad. Pero gran parte de lo que designa como rebeldía de los jóvenes no es más que una licencia poética, sostenida en una extensión de las posibilidades de sus cuerpos jóvenes (nuestros cuerpos jóvenes) en una actitud social. Se combina con que, por esa razón, tu viejo ya no puede pegarte más y, entonces, lo enfrentás porque ya estás uno a uno. No sos rebelde, creciste, era eso. Que tengas el pelo largo o corto es una cuestión de modas y peluqueros. La bandita de rock en el garaje o sentarte en la vereda no es más que el hecho de que estás verde y que te bancás las incomodidades porque estás aprendiendo a vivir. Porque cuando aprendas, au revoir a la veredita y no por adocenado, por inteligente.
Sin embargo, se ha resuelto creer estas historias de la rebeldía de los jóvenes. Y esto que es por comodidad, ya no lo es por inteligencia. Porque sin lugares comunes, mucha gente no sabe quién es.
En el cyber donde me hallo en Pinamar, a las once de la mañana no somos muchos. Somos tres y, demasiado cerca, un pibe roñoso con remera negra y los auriculares puestos que chatea y chatea y hace bien, porque si no se baña, nadie va a reunirse a compartir la información que monosilabea, que rafaguea por el Messenger. La rebeldía de la juventud es una mentira grande como una casa. Pero Mirtha Legrand cree que los pibes son rebeldes, y ellos tan contentos, tan rebeldes, le hacen caso. Obedientes, los Callejeros.
“A tu edad, muchacho, yo no tenía tantos pájaros en la cabeza”, decía en alguna película como Pimienta, Luis Sandrini, y la cosa es que el pibe al que le hablaba no tenía pájaros en la cabeza, si es que eso se entiende por ganas de volar o muchas ganas de volar. El tipo no se quería convencer de que para ganarse la vida hay que laburar o hay que hacer algo con la vida que implique el riesgo de perder. No era rebelde, era vago, el sobrino de Sandrini.
El Caso Cromagnon fue el Caso Ibarra durante todo enero y parte de febrero pero haríamos bien en conseguir que se transforme en el Caso Callejeros. Tiene el problema de que si uno enfatiza en Callejeros, se “benefician” Chabán e Ibarra, que si se enfatiza en Chabán, se “benefician” Callejeros e Ibarra. Ibarra y Chabán fueron hostilizados, posiblemente, en la medida justa pero hay que desconfiar de los lugares comunes, sin los que deberíamos poder vivir, aun al costo de la soledad. Mientras las piedras de tantos pecadores caían sobre las cabezas de Aníbal y Omar, los Callejeros comenzaron la venta de discos más espectacular y rápida desde la muerte de Kurt Cobain. Y de remeritas, colgantes.
La ideología de soy el mismo
Pato, que ya es un necio bíblico, fue a la radio vestido con remera negra según vi en las imágenes por Internet y utilizó un lenguaje, con Oro y Feinmann, muy joven. “Había una banda de gente”, dijo en un momento, que es lo que antes era bocha de gente y lo que sería mucha gente si hablara como el adulto que es y al que se niega. La rueda demagógica con la que llegaron arriba, a llenar Obras, Excursio y tres Cromagnones continúa —son perros entrenados—, y son ahora sus muertitos que, sabemos, flotan en el mar, a los que usan para no hundirse. Chicos de callejeros, si yo mato a mi mamá (pongamos otro ejemplo mejor: si Ayelén mata a su mamá, es homicidio agravado por el vínculo, no atenuado). Que hayan llevado a sus familiares a los recitales no prueba su inocencia sino que su irresponsabilidad tenía el extremo del vínculo y la consanguinidad.
Los muertos propios estuvieron firmes junto a la banda, hoy en la radio. Esas fueron las instrucciones, matar a Chabán, mantener el código jóvenes que hacen su experiencia artística, hacerse las víctimas. En esta etapa Callejera había que madurar. Y si hace seis meses no le daban notas al No de Página/12, ahora van directo a la oficina del diablo.
Pero, entonces, sacate la remerita, ponete una chomba, Pato, una camisa.
Mi interés, igual, era el punto tres, esos corazones de quince años (como dijo alguna vez ese maestro de la demagogia, el Indio) obnubilados por los Callejeros.
Pero no sé qué hacer
Imagino que empeorará porque el Pato ensayará el personaje del líder místico. “Nunca es justa la felicidad”, dice su página de Internet en fondo negro. Que no significa nada. Y me voy al cine ahora que está nublado con preguntas para el fiscal por si convoca a Pato.